Discurso de ascensor
El aumento de la esperanza de vida y la creciente insolvencia fiscal de los sistemas públicos de pensiones han llevado a muchos países desarrollados a aumentar la edad de acceso al derecho a la pensión de jubilación. El éxito de tales políticas depende de la capacidad de respuesta de las personas a dichos cambios. La jubilación se ha convertido cada vez más en una decisión tomada conjuntamente por una pareja y no individualmente por uno de sus miembros. La evidencia empírica indica que casi un tercio de las parejas con doble remuneración en Europa y Estados Unidos coordinan su decisión de jubilación a pesar de las diferencias de edad entre ellos. Esta determinación conjunta de la jubilación tiene implicaciones importantes para las políticas destinadas a reducir la carga de los costes de las pensiones.
Hallazgos clave
Pros
El riesgo de insolvencia de los sistemas públicos de pensiones ha incitado a varios gobiernos a adoptar medidas para aumentar la edad de jubilación oficial.
Casi un tercio de las parejas con doble remuneración en Europa y Estados Unidos coordinan su decisión de jubilación, a pesar de las diferencias de edad entre ellos.
La mayor participación de las mujeres en el mercado laboral aumenta el efecto fiscal del fenómeno de la jubilación conjunta.
La preferencia por compartir el tiempo de ocio puede aumentar la probabilidad de que los miembros de la pareja se jubilen casi a la vez.
La salida anticipada del mercado laboral por parte de las mujeres cuyos maridos se han jubilado puede aumentar la desigualdad y reducir el bienestar económico de las personas mayores.
Contras
Aumentar la edad de jubilación oficial puede no reducir la carga fiscal si la jubilación de uno de los cónyuges hace que el otro se jubile de forma anticipada.
Aumentar la edad de jubilación obligatoria tiene un efecto directo positivo en la participación femenina, pero un efecto indirecto negativo en las mujeres que dejan el mercado laboral al mismo tiempo que sus maridos.
En algunos países desarrollados, todavía persisten las diferencias de género en las edades de jubilación oficiales.
Uno de los cónyuges puede dejar de trabajar para cuidar a su pareja enferma o puede posponer la jubilación para poder costear los gastos médicos de la edad avanzada.