Discurso de ascensor
Muchos estudios e investigaciones experimentales han demostrado que las mujeres muestran sistemáticamente más aversión al riesgo que los hombres cuando se enfrentan a decisiones que conllevan riesgos. Estas diferencias en las preferencias de riesgo, cuando se combinan con diferencias de género en otros rasgos de comportamiento, como el gusto por la competición, se han utilizado para explicar fenómenos importantes en los mercados laborales y financieros. Pero la evidencia reciente ha puesto en duda este consenso mostrando que las diferencias de género en las actitudes ante el riesgo son menores que lo que se pensaba y que la variación de los resultados es mayor en función del método utilizado para medir la aversión al riesgo.
Hallazgos clave
Pros
Un mayor nivel de aversión al riesgo puede explicar por qué las mujeres están subrepresentadas en puestos de alto nivel.
Las actitudes ante el riesgo no son totalmente inmutables porque la educación puede influir.
Las diferencias en las actitudes ante el riesgo existen, pero no son lo suficientemente grandes como para explicar las brechas salariales de género provocadas por las distintas trayectorias profesionales.
Existe un patrón sistemático que vincula el método para obtener el comportamiento relacionado con el riesgo y la probabilidad de descubrir que los hombres y las mujeres reaccionan al riesgo de forma diferente.
Las diferencias entre hombres y mujeres parecen surgir cuando existe una opción que no conlleva riesgos.
Contras
Es difícil medir las preferencias de riesgo, sobre todo fuera de los ámbitos financieros y de apuestas.
Los determinantes de las diferencias de género en las actitudes ante el riesgo son todavía grandes desconocidos.
Aunque parecen reaccionar de alguna manera al entorno, las diferencias de género ante el riesgo son principalmente un rasgo de comportamiento innato.
Insistir demasiado en las actitudes ante el riesgo perjudica el alcance de las políticas activas a la hora de combatir resultados desiguales basados en género en el mercado laboral.
La evidencia de que existen diferencias de género al asumir riesgos no es tan fuerte como las creencias sobre ella.