La brecha de la felicidad entre los países que están y no están en transición

El progreso económico y la estabilidad política e institucional son necesarios para reducir la infelicidad

Leibniz Institute for East and Southeast European Studies, Germany

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Discurso de ascensor

Desde 1989, los países postcomunistas han venido experimentando grandes cambios en sus instituciones y estructuras políticas, económicas y sociales. En toda la serie de resultados del desarrollo –en cuestión de rapidez y éxito de las reformas– la transición es un «proceso infeliz». La «brecha de la felicidad», es decir, la diferencia en la felicidad media de la población de economías en transición y de economías avanzadas, se va cerrando, pero a un ritmo más lento que el del proceso de convergencia económica. El crecimiento económico, como determinante del bienestar colectivo de un país, se ha visto reemplazado por las medidas de la calidad institucional y el desarrollo social.

La diferencia en la satisfacción vital ha
                        descendido considerablemente

Hallazgos clave

Pros

La brecha de la felicidad entre los países que están y no están en transición y los países avanzados se va cerrando poco a poco.

La estabilidad económica y política todavía influyen más en la satisfacción de vital que el crecimiento económico en los países en transición.

Los factores clave para mejorar el bienestar individual y de la sociedad incluyen la percepción de la legitimidad de las instituciones, una buena forma de gobierno y el estado de derecho.

Los niveles altos de capital social, en concreto la confianza social, mejoran la satisfacción vital y la felicidad a medio plazo, incluso ante condiciones económicas difíciles.

Contras

La persistencia de una brecha de la felicidad «incondicional», independientemente del progreso económico, indica un efecto de la transición «negativo» y permanente.

La convergencia económica entre los países en transición y los países avanzados puede no ser suficiente para cerrar la brecha de la felicidad.

La insatisfacción vital puede producir fatiga ante la reforma, lo que pone en peligro la estabilidad de las nuevas instituciones económicas y políticas vulnerables.

Los cálculos de la brecha de la felicidad pueden estar sesgados debido a las diferencias culturales entre países o generaciones.

Mensaje principal de los autores

Los mayores niveles de ingresos en los países postcomunistas no han compensado el descenso del bienestar durante el proceso de transición. Una forma de gobierno deficiente, la corrupción y los bajos niveles de capital social frenan aún más el progreso económico y la recuperación de la sensación de satisfacción de la población. Si los países en transición quieren alcanzar una convergencia con las economías avanzadas o mayor armonización en la UE, la estabilidad y legitimidad de las nuevas instituciones sociales y políticas deben ser objetivos políticos primordiales. Entre los posibles beneficios de un mayor bienestar se incluyen más apoyo a las reformas, menos emigración y mejor sanidad.

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