Discurso de ascensor
La normativa sobre la edad mínima de empleo es la principal herramienta para combatir el trabajo infantil en todo el mundo. Si se cumple, puede cambiar los tipos de trabajos en los que participan los niños, pero no es una herramienta útil para promover la educación. A pesar de su adopción casi universal, estudios recientes en 59 países en desarrollo han encontrado escasa evidencia de que esta normativa influya en la asignación del tiempo infantil de forma significativa. En adelante, coordinar las leyes de escolarización obligatoria y las normativas sobre edad mínima de empleo podría ayudar a maximizar la influencia conjunta de estas normativas en la asignación del tiempo infantil; pero estas normativas no deben ser el centro de la lucha global contra el trabajo infantil.
Hallazgos clave
Pros
Si se cumple, la normativa sobre la edad mínima puede ser una herramienta útil para cambiar el modo de trabajar de los niños.
La normativa tiene más fuerza cuando se coordina con leyes de escolarización obligatoria.
El trabajo infantil puede reducirse con un impacto mínimo en las condiciones de vida familiares.
Los niños obligados y forzados a trabajar, aunque sean un pequeño porcentaje de los niños trabajadores, son los que más pueden beneficiarse de las leyes sobre edad mínima de empleo.
Con el tiempo, la normativa sobre la edad mínima puede establecer nuevas normas sociales y proporcionar herramientas para que el sistema legal persiga a quienes las quebranten.
Contras
La normativa sobre la edad mínima no es una herramienta para promover la educación.
La normativa sobre la edad mínima puede separar a los niños de sus progenitores en el mercado laboral, dejándolos más vulnerables.
La mayoría de los niños trabajadores participan en actividades que están fuera del alcance de las normativas sobre edad mínima.
La evidencia es escasa en torno al cumplimiento de las normativas sobre edad mínima.
La adopción de una normativa sobre edad mínima parece estar motivada por preocupaciones políticas globales.